Por Damian Schwarzstein – Rosario3
Nota original aquí
El proyecto de ordenanza que desde este miércoles a las 11.30 tienen en sus manos los concejales establece una serie de disposiciones que, en la práctica, implican comenzar a tomar de manera inmediata decisiones autónomas. Pero, a la vez, convoca para 2027 al proceso estatuyente que culminará con la escritura de una miniconstitución local, encargada de definir los aspectos más profundos y duraderos. Una oportunidad histórica para transformaciones que pueden ser inéditas y de fondo.

Pasada la ola expansiva de los festejos en el Monumento del 7 de octubre, el poder político local comenzará un debate trascendental, derivado de la histórica reforma constitucional santafesina: cómo ingresa Rosario a la era de la autonomía municipal. El proyecto de ordenanza que Pablo Javkin le entregó simbólicamente a la presidenta del Concejo municipal, María Eugenia Schmuck, pone a andar ese proceso. El intendente pretende que la iniciativa, cuyo texto final entró este miércoles cerca de las 11.30 al Palacio Vasallo, esté aprobada antes de que termine 2025, como otro hito del año del tricentenario.
El proyecto fue planteada con efectos a corto y mediano plazo. Es que establece un conjunto de disposiciones en las que la autonomía se traducirá en cambios concretos que podrán aplicarse de manera inmediata. Pero, a la vez, abre el camino hacia una segunda instancia: la redacción de una Carta Orgánica propia, una especie de miniconstitución local. Un debate estatuyente que será amplio, complejo y ojalá participativo, mediante el cual la ciudad se dará la oportunidad –¿la tomará?– de avanzar hacia un proceso autonómico profundo y transformador.
Lo cierto es que la autonomía, ahora consagrada de manera constitucional, sale del plano del reclamo histórico para transformarse en una política pública que debería trascender fronteras partidarias. Rosario lo pidió por décadas, ahora tiene la posibilidad de convertirlo en algo concreto y palpable. El gobierno municipal dio el primer paso con la presentación de la ordenanza, que Javkin anticipó el lunes verbalmente –los ediles aún no habían accedido al texto al cierre de esta nota–a los presidentes de bloques del Concejo reunidos en la comisión de Labor Parlamentaria. Ese mismo día expresó a Rosario3 su deseo de que sea aprobada por unanimidad.
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Pero la oposición tomó la cuestión con cautela y en un marco que políticamente siempre es complejo para los acuerdos: en plena campaña electoral. Desde Ciudad Futura entienden que el oficialismo, que hasta el 10 de diciembre tiene mayoría propia en el cuerpo legislativo, en los últimos tiempos no demostró voluntad de diálogo. Más de un sector dijo que analizará si no es conveniente presentar iniciativa propia.
En ese sentido, la concejala peronista Norma López, de Comunidad, recordó que su sector ya presentó iniciativas vinculadas a distintos aspectos de la autonomía, en temas relacionados con participación ciudadana, revocación de mandatos, transparencia administrativa y defensa del consumidor, entre otros. Y adelantó que pretende que la Carta Orgánica aborde cuestiones clave para el perfil de la ciudad, como la actividad portuaria, la hidrovía y el desarrollo productivo
Autonomía ya
El texto que Pablo Javkin presentó simbólicamente en el Día de Rosario proclama, al que accedió Rosario3, la autonomía plena en sus cinco dimensiones —institucional, política, administrativa, económica y financiera— y le da contenido real a cada una. En su parte resolutiva, comienza con una declaración simbólica. Pero en un segundo capítulo plantea ya una serie de disposiciones para que el municipio ejerza facultades que hasta ahora estaban reguladas por leyes provinciales. La idea es que en algunos aspectos, Rosario ya puede gobernarse por sus propias reglas.
Entre los cambios más inmediatos se destaca el ejercicio de potestades normativas propias, aunque para el ejercicio de las mismas acaso haya que sancionar alguna ordenanza complementaria.
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La iniciativa declara la preeminencia del ordenamiento municipal sobre normas provinciales e introduce un bloque de regulaciones sobre arbolado público, disposición de automotores abandonados y antenas de telecomunicaciones.
También se incorpora una cláusula de fiscalización ambiental que permite al municipio fijar estándares propios y establecer reparaciones por daños al arbolado urbano. En la práctica, Rosario asume la capacidad de dictar, aplicar y sancionar normas ambientales sin esperar autorización provincial.
Un punto de alto impacto es el régimen de autonomía financiera. El proyecto dispone que el municipio podrá contraer empréstitos internos o externos —previa autorización de dos tercios del Concejo—, definir sus tributos y aprobar su propio presupuesto con reglas de equilibrio y responsabilidad fiscal. Se fijan límites precisos al endeudamiento y se ordena la presentación de la rendición de cuentas antes del 30 de junio de cada año, un plazo más exigente que el que regía hasta ahora.
En el mismo sentido, el municipio asume la capacidad de expropiar bienes por razones de utilidad pública con el voto de dos tercios del Concejo y se faculta para aceptar donaciones o legados de inmuebles. Son atribuciones que antes dependían de autorizaciones de la Legislatura provincial.
En cuanto a la autonomía administrativa, la ordenanza ratifica el estatuto municipal como única norma que rige la relación laboral con los empleados del Estado local y crea una paritaria municipal propia, conformada por cinco representantes del Ejecutivo y cinco del sindicato con personería gremial. No es un dato menor: significa que Rosario podrá definir su política salarial sin quedar atada a la paritaria provincial.
Otro bloque relevante es el de contrataciones y mecanismos de compra. El municipio establece su propio régimen, con nuevas modalidades —compra ágil, iniciativa privada, acuerdos marco— y criterios de transparencia, competencia y sustentabilidad. En los hechos, se busca institucionalizar un marco de adquisiciones más flexible, pensado para una administración de gran escala como la rosarina.
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En el rubro planeamiento urbano, el proyecto plantea que Rosario asuma de manera integral la potestad para regular el uso del suelo, definir indicadores de edificación, preservar el patrimonio y establecer contribuciones compensatorias por mayor edificabilidad. Se trata de un tema de enorme incidencia económica y social.
A su vez, la ordenanza refuerza el rol de Rosario como núcleo de un sistema metropolitano que articula políticas con municipios y comunas del área del Gran Rosario. Se mencionan expresamente los ámbitos de coordinación —movilidad, transporte, infraestructura, ambiente, residuos y desarrollo económico— y se reconoce la experiencia del Ente de Coordinación Metropolitana (ECOM) como antecedente institucional.
Todas estas disposiciones conforman el primer piso de la autonomía: un conjunto de competencias que el municipio empezaría a ejercer, sin esperar la sanción de su Carta Orgánica, para comenzar a administrarse con su propio manual de funcionamiento.
La autonomía profunda
El segundo plano de la ordenanza es el más trascendente: la convocatoria a la Convención Estatuyente Municipal para redactar la Carta Orgánica de Rosario. Se trata de la “miniconstitución local” que definirá cómo se organiza el poder municipal, qué atribuciones tendrá cada órgano de gobierno y qué derechos y mecanismos de participación se garantizan en el ámbito de la ciudad.
La Convención, plantea el proyecto, estará integrada por el mismo número de miembros que el Concejo —28 estatuyentes—, elegidos en forma directa por los vecinos a través del sistema de representación proporcional, con paridad de género y las mismas condiciones e incompatibilidades que rigen para ser concejal. La elección se realizará en las elecciones generales locales de 2027, en simultáneo con los comicios municipales.
Una vez proclamados, los estatuyentes deberán constituirse dentro de los 180 días posteriores a la elección. La Convención sesionará durante 40 días corridos, prorrogables por 20 más, y aprobará cada artículo y la totalidad del texto por mayoría absoluta. Finalizada su tarea, quedará disuelta.
Será, en términos prácticos, una convención con las mismas reglas de tiempo y funcionamiento que tuvo la Constituyente provincial. Un espacio concentrado de deliberación política e institucional donde Rosario podrá definir, por primera vez en su historia, su propio pacto de convivencia.
Los temas del debate
La ordenanza enumera los temas prioritarios que el municipio considera que la Convención deberá abordar:
–Estructura institucional local, con un piso: Intendencia, Concejo y órgano de control externo. Si hay viceintendente, si se institucionalizan jefaturas de distritos o si se incorpora representación barrial al Concejo Municipal, será potestad de la propia Estatuyente.
–Un régimen de reformas de la Carta Orgánica.
–Organización de la administración pública.
–Mecanismos de municipalización de competencias y servicios.
–Instrumentos de democracia directa y participación ciudadana.
–Administración financiera y tributaria (con reglas de responsabilidad fiscal y límites al endeudamiento);
–Mecanismos locales de resolución de conflictos (como juicios por jurado vecinal).
–Etica pública, transparencia y ficha limpia.
–Régimen y órganos de control.
–Uso del suelo y ordenamiento urbano.
–Integración metropolitana y cooperación intermunicipal.
Al tratarse de la escritura de la primera Carta Orgánica y no de una reforma, explicaron desde la Municipalidad a Rosario3, el temario no es cerrado: el propio Concejo podrá sumar temas durante el tratamiento de la ordenanza y, luego, la Convención tendrá plena libertad para incorporar otros. Es un punto de partida, un marco de discusión sobre su futuro institucional.
En esa discusión podrían reaparecer cuestiones de fondo que la ciudad se viene planteando desde hace años. Una de ellas es el sistema de representación política: ¿debería Rosario elegir concejales por distritos, además de por lista general, para reflejar mejor la diversidad territorial? También podrían debatirse mecanismos de participación directa —consultas, audiencias, presupuestos participativos, revocatorias— y la incorporación del balotaje municipal, algo que sectores del oficialismo ven con simpatía y el peronismo rechaza, porque un esquema de tercios como el que tiene el actual tablero político le da mayores posiblidades de ganar la Intendencia.
Será un proceso largo, previo y durante la Convención, que merecerá un debate profundo y abierto. Es deseable que no se limite a los partidos políticos. Para la ordenanza hubo aportes académicos realizados por la Facultad de Derecho de la UNR y la UCA Rosario, con quienes el municipio firmó un convenio. Sería un gesto de legitimidad institucional invitar, también, a organizaciones sociales, vecinales, clubes y otras entidades representativas de sectores de la sociedad civil a ser parte de una construcción de esta trascendencia.
Otros condicionamientos
El alcance real de la autonomía dependerá, sin embargo, de decisiones que exceden al municipio. La ley de coparticipación, que la Legislatura provincial debe aprobar en el plazo de dos años fijado por la reforma constitucional, será decisiva: determinará cómo se distribuyen los recursos y de qué manera se garantiza que el traspaso de competencias venga acompañado de fondos. Será un debate de alto voltaje político, que marcará los límites —o las posibilidades— de los municipios autónomos.
También el sistema electoral podría condicionar el futuro diseño institucional. Lo que la provincia defina sobre boleta única, simultaneidad de elecciones o formato de listas afectará directamente la organización política de Rosario, incluso su eventual representación por distrito. La autonomía municipal no implica independencia del contexto provincial: lo que se discuta en la Legislatura en estos dos años será tan importante como lo que se debata en la Convención rosarina.
Una cita con historia
Hace 30 años que Rosario, esta ciudad que tiene la particularidad de ser la más grande y productiva sin ser la capital de la provincia, reclama por la autonomía municipal. Ahora está a las puertas de ese paso institucional que es también una oportunidad para repensar el vínculo entre gobierno y ciudadanía, en tiempos en el que lo que se impone es el desencanto con la política y la acción pública.
¿Tendrá Rosario la capacidad de darse reglas en las que la ciudadanía sea parte y se reconozca? ¿Tendrán sus representantes escucha, vocación de diálogo, imaginación, y conciencia de la realidad local como para establecer desde allí las bases normativas de una ciudad que explote todas sus potencialidades?
Esta película recién empieza.
